«Tantas cochinadas»

Recupero el poema de Alejandro Muriedas que me dio a conocer Ignacio Sanz.

En al aquel relato que me cedió  “Tantas Cochinadas”.

La vida me dio amigos

que luego me defraudaron.

Viví pasiones eternas

que duraron sólo un rato.

Tantos golpes recibí,

encaré tantos fracasos

que a la hora del balance

pesan más los malos tragos.

Pero un amor he tenido

que nunca me ha traicionado.

Cuatro patas le sostienen,

dos serán jamón serrano.

Vivan los buenos amigos

aunque se llamen marranos.

Cuántos bocados golosos,

cuánto manjar delicado,

cuánta fiesta alrededor

de los incitantes platos,

por las artes charcuteras

que obran tan buenos milagros:

salchichones, butifarras,

botillos que siempre alabo,

chorizos de mis entrañas

o el permanente regalo

de morcillas tentadoras

que incitan siempre al pecado.

No probé nunca morcillas

que merecieran reparos,

aunque alguna repitiera

como la rana en el charco.

Un amigo es un amigo

desde el hocico hasta el rabo.

Un amigo no defrauda,

nunca me has defraudado.

Qué avariciosa se vuelve

mi boca cuando te trato.

Hay amistades perennes,

tú me lo has demostrado.

Viva el cerdo, viva el gocho,

viva por siempre el marrano.

Fin. Alejandro Muriedas